lunes, 3 de diciembre de 2012

El joven que se mordía las uñas.

Había cumplido quince años y mantenía la costumbre de morderse las uñas. Lo hacía con tal insistencia que daba pena verle las puntas de los dedos.
Pero un día hizo el compromiso de no volver a mordérselas e inventó un truco: cada vez que se mordía las uñas dejaba inmediato lo que estaba haciendo, iba al cuanto de baño y se lavaba las manos y la cara con agua fresca. Al poco tiempo, el problema había desaparecido y el joven se mostraba orgulloso de su tesón.

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